Gris.

No importó la luz
del sol, o el calor de sus rayos.
El mundo simplemente, se pintó de gris.

Pero no un gris perla, no un gris noche
Un gris tan fiero. Un gris
que rompía la vida.
Un gris que lloraba.

Y lloraba el gris, y entonces
lloró el día.
Y lloró ella, dividida
y rota.

Dos mundos la llamaban.
Dos mundos reclamaban.
Dos mundos grises.

Y las lágrimas rodaban,
Se teñían también de gris.
Tiñendo también surcos
En un rostro destrozado.
Rompiendo corazas de hierro
Que mantienen secretos guardados.

Y caen lágrimas, cae
todo lo que esperabas. Caen
confesiones, y miedos
que aguardabas

Y se llora la vida,
Se lloran los muertos.

Se llora el destino,
fijo e incierto.

Y se pasa el día, la noche
tristemente iluminada
por una luna y estrellas
Que también lloraban.

Y de vuelta al otro día, se oculta
La pincelada gris.
Pero siguen sus restos tras la nueva pintura.
Ocultos y latentes.
Peligrosos.
Potentes.

Y siguen también los miedos y dolores,
Las pesadillas.
Pero ya no lloran.

Por lo menos, no a la vista.

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