Sueños
A veces soñamos juntos. Lo hacemos cuando nos separa la sensatez y nos ponen setenta océanos entre nosotros. Igual, no importa, porque de todas formas, siempre nos encuentra la locura.
Es fácil soñar juntos que el tiempo jamás avanza y que caminamos en los campos de la poesía. Es sentir en tus manos la sincronía con mis latidos. Y soy feliz.
Es fácil soñar juntos que el tiempo jamás avanza y que caminamos en los campos de la poesía. Es sentir en tus manos la sincronía con mis latidos. Y soy feliz.
También me pasa eso de soñar sola. En esos sueños me vuelvo vieja y me siento en las montañas de los deseos rotos, donde la soledad se convierte en confidente y amiga.
No te preocupes, que ya no me duele.
Asumí que no puedo soñar siempre contigo.
No te preocupes, que ya no me duele.
Asumí que no puedo soñar siempre contigo.
Sin embargo, la última noche no soñé sola ni con vos.
No.
Anoche, me visitó en mis sueños un antiguo amigo. Viejo estaba, mas para él el tiempo daba lo mismo. Burlona su sonrisa al ver mi rostro perplejo y cálido su abrazo.
Fueron dulces sus palabras, tiernos sus gestos, suaves sus besos... Y triste su despedida.
No.
Anoche, me visitó en mis sueños un antiguo amigo. Viejo estaba, mas para él el tiempo daba lo mismo. Burlona su sonrisa al ver mi rostro perplejo y cálido su abrazo.
Fueron dulces sus palabras, tiernos sus gestos, suaves sus besos... Y triste su despedida.
Cuando mi sueño cambió, me sorprendí al encontrar a alguien más del pasado, un antiguo enemigo.
Era el Final, que volvía a torturarme. Alto, sobrio, eterno. Tomando mi realidad y destrozándola en sus manos. Abriendo, entre nosotros, setenta y un océanos.
Arena escurriose del puño gris, y me enterró, aun cuando los granos no me tocaban al caer en frente mio. No sentí el golpe, no viví el viaje. Sólo sé que había perdido.
Era el Final, que volvía a torturarme. Alto, sobrio, eterno. Tomando mi realidad y destrozándola en sus manos. Abriendo, entre nosotros, setenta y un océanos.
Arena escurriose del puño gris, y me enterró, aun cuando los granos no me tocaban al caer en frente mio. No sentí el golpe, no viví el viaje. Sólo sé que había perdido.
No se expresar el terror; no puedo escribir la ausencia. Perdida, no puedo olvidar los susurros del tormento ni el rostro de mil amantes.
Y al final, el tuyo.
Exploté.
Morí, reviví, y desperté, solo para ver que, en realidad, vos nunca te habías ido.
Hoy soñaré con tus besos, un blues y un buen libro.
Esta vez, no nos separaran ni la sensatez ni setenta océanos. O setenta y uno.
Esta vez, el tiempo no para, pero tampoco corre; y la poesía no estará en los campos, sino en tu mirada. Tu mano no sera sincronía en torno a mis latidos, mas marcará una melodía a mi pulso.
Hoy soñaré despierta, y para lograrlo, necesito tus besos, un blues y un buen libro.
Esta vez, no nos separaran ni la sensatez ni setenta océanos. O setenta y uno.
Esta vez, el tiempo no para, pero tampoco corre; y la poesía no estará en los campos, sino en tu mirada. Tu mano no sera sincronía en torno a mis latidos, mas marcará una melodía a mi pulso.
Hoy soñaré despierta, y para lograrlo, necesito tus besos, un blues y un buen libro.
Lo demás... Bueno, lo demás está afuera. Lo demás, esta noche no me importa.
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