Adiós
Su luz siempre supo iluminarme. Siempre.
Siempre estuvo presente. Pequeña, dulce, infinita. Me
acariciaba en las noches frías, meciéndome hasta que descansara.
Y aún hoy, no he podido olvidarla. Su perfección, su
belleza. Su pasión. La forma en que surgía cuando él me besaba….
Podría afirmar, de que eso estaban hechos sus besos. De esa
luz invisible. Invencible. De esa luz que me abrazó cuando estaba sola. De la
luz que me limpió las lágrimas cuando estuvimos lejos.
Pero hoy, amor mío, hoy ya no se llorarte, hoy ya no. Hoy
solo te recuerdo, con fotos viejas y tristes sonrisas. Hoy te veo en esas
flores, hoy te veo en esos rostros, en las esquinas. Hoy te veo, y no te
olvido.
Y veo a tu luz, y sé que te sigo amando. Sé que lo seguiré
haciendo.
Pero esta vez, amaré sola, sin ser acompañada.
Y me quedo, sentada, mirando a la profunda nada. Mirando a
los rastros que dejaste sobre las sombras de mi almohada.
Y entonces me doy cuenta, de que no es tu luz la que me
envuelve, de que es solo su recuerdo. Solo ahí puedo ver que te he perdido,
tras los años de mi cruel silencio.
Adiós amor mío.
Adiós luz agraciada.
Adiós, adiós.
Te olvido, sin olvidarte.
Porque ese reflejo no es tu luz.
Y entonces, simplemente no vale nada.
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